Guío a las personas en su exploración identitaria y les ayudo a convertirse en las verdaderas protagonistas de su vida. Para ello, me apoyo en el cuerpo como vehículo, teniendo claro que ahí habitan nuestra verdad y nuestro ser auténtico.
Inicié mi camino de búsqueda y desarrollo personal hacia mi identidad verdadera, impulsada por las circunstancias en las que crecí y una profunda crisis de identidad en mi juventud. Lo cual me llevó a iniciar un proceso terapéutico para ayudarme a encontrar mi lugar en el mundo. Desde entonces, no he dejado de avanzar en mi camino de transformación hacia mi verdadero ser, enfocado a más comprensión y Amor.
De niña, mi casa representaba un lugar hostil y solía refugiarme en la naturaleza donde corría descalza. Ahí me sentía libre y segura. Podía inventarme un mundo de posibles. Hasta que, con 11 años, nos mudamos a la ciudad con mi madre.
Estudié Administración de Empresas (porque según mis padres era lo mejor para conseguir una “buena salida profesional”) entre Francia y España. Pero una vez acabados mis estudios, sentí la necesidad de dedicarme a un trabajo que tuviera sentido para mí y respetara mis valores.
Movida por un profundo deseo de tejer puentes entre mundos opuestos, empecé a trabajar, con 22 años, en una ONG de microfinanzas, tratando con públicos muy variados entre los mundos de la finanza y de la inserción. Entonces empecé a desarrollar mis habilidades para trabajar con lo humano. Esta experiencia me permitió también tomar consciencia de los diferentes rangos de poder, de la capacidad de resiliencia y de cambio de las personas. A partir del año 2000, me dediqué a la formación grupal y el acompañamiento individual.
En paralelo, dedicaba mi tiempo libre a prácticas artísticas que entonces no eran más que ocio, perteneciendo a un mundo incompatible (según mi punto de vista) con mi compromiso con la sociedad. Sin embargo, la danza a la que dedicaba mucho tiempo representaba una manera más auténtica e instintiva de expresarme, permitiéndome conectar con mi fuerza interior.
Por otro lado, el descubrimiento del teatro-clown supuso una revolución en cuanto a mi manera de relacionarme conmigo misma y con la vida, convirtiéndose en mi mayor filosofía como en una herramienta terapéutica muy potente, mirándome y mirando la vida con más distancia, humor y curiosidad, descubriendo que todas las emociones son igual de válidas.
Con 33 años, movida por una llamada que resonaba desde muy adentro, decidí realizar un cambio radical en mi vida y me vine a vivir al Pirineo aragonés, donde solía ir de vacaciones para conectar con la naturaleza y, a través de ella, conmigo misma. A pesar de una vida profesional y social muy llena, parecía que un grito en lo más profundo de mi alma pedía ser atendido. Necesitaba hacer espacio y silencio dentro y alrededor mío para poder escuchar y atenderlo. El Pirineo de Huesca fue el lugar que me acunó para ello.
A partir de ahí, en mi nueva vida el arte pasó a ser una herramienta de trabajo, empezando impartiendo clases de danza además de talleres de juego teatral y clown.
Hasta que, buscando la manera de seguir tejiendo puentes, uniendo mis habilidades para ponerlas al servicio del cambio social que me mueve desde siempre, el teatro social llegó a mi vida como una herramienta poderosa de cambio y transformación. Me formé en las diferentes técnicas del teatro del oprimido y teatro social, averiguando los cambios que generaban en mí. Entonces entendí realmente que si no podemos cambiar las personas ni las circunstancias que nos rodean, sí tenemos el poder y la responsabilidad de elegir cómo actuar frente a ellas. También descubrí el poder de la comunidad y del ritual.
Además, después de 20 años de inmersión en el mundo del desarrollo personal, con 44 años, empecé a formarme como profesional del acompañamiento individual, adquiriendo varias herramientas de transformación como el análisis transgeneracional, la sistémica, la mediación interna, neurotraining y bioneuromoción. Por otra parte, me he especializado en terapia corporal Bioenergética integrativa y Eneagrama.
Hoy, puedo decir que mi herida me ha revelado el camino hacia mi don. En ella y en la naturaleza, encontré mi medicina. La naturaleza, el hogar de mi infancia, me devolvió a mí misma y también forma parte de mis herramientas en los acompañamientos.
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